Wednesday, September 20, 2006

No es por ti que escribo, salvo un viaje a Estocolmo y un blog tercemundista de pretexto

post largo... como un alumbramiento

(*)

No es por ti. Es egoísmo. Es la satisfacción que me causa leer lo bien que escribo cuando te escribo a ti. Es mi vanidad exaltada, el poder afirmarlo convencido del asentimiento que otorgas a tan asquerosa soberbia.

Entonces no es confianza en un sueño compartido. Esta vez no es nostalgia o ganas de hacer presente el recuerdo. Todo lo contrario. Diría más bien que al escribirte hoy día me contento con vomitarnos y sacudirme de ti. Diría además que se trata de canalizar unas ganas venenosas y fumigarme contra esa esperanza lenta que hace tiempo tú también debiste asesinar.

Me topé con charlas reflexivas, dialéctica pura aplicada a nosotros. Más allá de la anécdota simpática, de la admiración profana por una complicidad inexplicable, encontré la proyección utilitarista de nuestras calamidades. Lástima, lástima que haya tardado tanto en darme cuenta. Me gustaría haber sabido de antemano, como tú, que tanta frase linda era mentira, que de tu lado nunca estuvo en juego cambiar lo normal por lo irreal.

Ingenuidad quizás, pésimo ETA y por ende nunca más volver a coincidir (léase Bryce para entender a cabalidad). No me quejo de tu normalidad... creo que la heroicidad involuntaria no merece la más mínima rememoración. Por eso no critico que renuncies a poner en práctica la imaginación... eso sería “más favor que obligación”. No me sorprende la casa envidiable que construyes, o tus fiestas bien vestida, o tus fotos mejores que las mías. No me sorprende tu ideología efervescente que no llega a ser trágica porque careces de fanatismo verdadero.

El polo opuesto -“ese yo enfadado por la falta de reciprocidad”- me sabe a estribillo gastado y maltrecho. Mi berrinche sería el de un muñequito, chiquito y caricaturesco, que reniega en la pantalla de tu lap top como un sincero pinocho que se pensó real. Por eso, en lugar de recriminar tu ausencia, te la aviento a la cara rebelde, perdiéndote el respeto por vez primera y desde ahora para siempre.

Al final de cuentas, aunque es tan temprano para resumirnos, creo que no es maligno prever que no existiremos más allá de las frases interesantes pronunciadas desde antaño, de lo expresado con las manos, de tu mensaje de texto encubierto un par de veces al año, del instante en siglos, del recuerdo ese que solía hacernos sonreír. Eso soy yo y eso eres tú: dos seres humanos alienados que evocan en el tiempo lo que las palabras les hicieron sentir, antropológicamente tercermundistas, y nada más.

Por tanto, si así somos, si no es mentira suponer que un correo nos define, entonces podemos conformarnos con que al menos entre cartas sí nos encontramos, que alguna vez sí nos besamos los dos y nos hicimos el amor hasta rabiar. Alguna vez… añorando el “algún día” no ya como tiempo futuro, sino como instante pasado camuflado en un archivo de Word y un diferido post en un blog. Como esperanza retroactiva, como ilusión inversa, como si todo lo soñado haya sido ya vivido sin saberlo, sin las ansias suficientes por haber confiado todavía en un instante posterior que el tiempo ahora dice que pasó, ahí sin darnos cuenta, cuando pensábamos todavía que algún día iba a pasar.

“Novela casi entrando a su capítulo final”, así lo describiría yo tratando de ser imparcial. Y los personajes se comprenden anclados en un cuento, incapaces de dibujarse a ellos mismos. Porque no existimos más allá y no me apena. No me apena ni siquiera no habernos impreso en un papel. Suficiente con el tormento de los meses limeños, descifrando unilateralmente lo que nunca me contaste, lo que no capté de tu silencio, lo que ahora que te escribo -por egoísmo- llego a entender sin saber por qué.

(**)

Lo que para ti guardaste, lo que no compartiste, lo que no te atreviste a decirme para desengañarme. Eso es lo único cierto en todo: “que la nuestra no es una historia de dos, sino tu historia”. Que para ser condescendientes yo soy un personaje importante, especialmente al comienzo, pero donde la única protagonista siempre eres y serás tú. Que ni un blog tercemundista alcanza, que ni un viaje interminable a Suecia es suficiente, que nada hace que me acuerde de ti. Que amo a Lima desde lejos, con sus mañanas grises y su indiferencia, con su criollismo, con su languidez, con ese masoquismo que deleita día a día en la imaginación, así sin ti.

Por eso sería un error escribir como gesto de generosidad, porque a pesar del centenar de defectos inherentes que cargo en todo el mundo, con mi inglés masticado y mi sueco terriblemente nulo, con esa mi carencia de cosmopolitismo, con todo, en el fondo la inteligencia delira vanidad. Ese secreto fue elegido por ti, ese horizonte lo dibujaste tú, esa terrenalidad repetitiva, esa normalidad asfixiante, ese estar más lejos de la diosa camuflada en cuerpo de mujer.

Somos un archivo de Word, colindante con una canción deprimente que suena en iTunes y un Internet Explorer aburrido de correos extemporáneos, que ya no responden a ningún por qué, a ningún cuándo, a ningún qué. Un post de pretexto, con la excusa perfecta del blog del peruano en Suecia y los mejores atardeceres de toda mi vida.

¿Cuándo me condenaste a no ser más que una ficción?

¿Cuándo fue la última vez que fuimos a mi casa juntos?

(***)

Río como nunca en Estocolmo. Aquí sí existen los veranos y los inviernos, y hoy presencio un otoño y cada día deja de hacer menos calor para hacer más frío. Y es como yo soy, con la pretendida intención de exprimir el instante siempre y sacarle el jugo al carpe diem sin pensar, solo sentir. Porque mi felicidad es demasiado feliz cuando estoy feliz, razón directamente proporcional por la cual supongo mi tristeza demasiado triste cuando esté triste. Y río sin ti mujer. Con la distancia más extensa en nuestra historia y las horas de diferencia y el no esperar tu correo electrónico, tu comentario, tu voz, muy a pesar de tus promesas. En mi corazón las sensaciones son intensas; las estaciones del año, mucho más pronunciadas en el tango eterno que delira mi lap top.

Me rehúso pues a cualquier amenaza de clima ténue y templado al que me tientes. Prefiero un invierno largo y desolado, como el que sea capaz de enfrentarme en Escandinavia, y temporadas de lluvias y tormentas que no me dejen salir a las calles europeas y encontrarte. Eso y mucho más.

(****)

¿Cuándo se jodió todo entre nosotros? Vargas Llosa no lo supo porque preferimos Bryce. ¿Cuándo dejó llover a chorros si en verdad nunca llovió? Contadas excepciones, como el día que llegué a la Universidad de Estocolmo o el de mi escala en Nueva York. Puse una gota de lluvia en tus labios, cantando Ojalá de Silvio, ¿te acuerdas? Pero aún así todo se jodió. ¿Quieres jugar a barajar posibilidades? Imagina un personaje novelesco, flaco y desarreglado, que tiene un cuaderno infranqueable en el que cada página tiene como encabezado una pregunta pintada con plumones gruesos. “¿Qué cosas me habría gustado hacer?”, “¿Qué lugares me habría gustado visitar?” Cada página reluce una lista de posibles respuestas, hipótesis todas muy ciertas, oraciones dolorosas que se burlan de su propia incertidumbre.

“¿Cuándo se jodió todo entre nosotros?”… Yo no quiero jugar... En realidad no lo quiero publicar en un blog tan tercemundista como yo. Pero fue ese día, o años antes, ese otro día, ¿qué más da?

Miles de posibilidades, todas ellas falsas o ciertas como nosotros, pretextos y excusas para explicar mi desilusión por ti, tu desilusión por mí, una muerte larga y permanente expresada en esta enorme indiferencia mutua y en la sonrisa de idiota etiquetada a mi blog.

Quisiera odiarte para que esto sea un poco más interesante.

“¿Cuándo se jodió todo entre nosotros?” Infinitas respuestas, infinitas razones, infinitas sensaciones que describen ese malestar. Infinitas palabras tristes, infinita indiferencia que ahora ocupa el lugar que ocupaba nuestra complicidad. Todo se jodió cuando ["no publicable"], cuando tras ello dejaste de ["no publicable"], y gracias a eso, hace unos días, quizás ayer, “cuando me di cuenta de que yo también dejé de esperar tu respuesta”.

“Eres apenas el pretexto para desencadenar viejos fantasmas”. Soy proclive a responder siempre in extenso cada una de tus barbaridades. Sé feliz, yo lo soy.

5 comments:

Ivan said...

muy largo alucina, pero ya ps, oe todos tus patas te dejan comentarios recontra bien escritos..me da roche, en todo caso ya te dije q a las drogas les digas q no. saludos!

Anonymous said...

Ivan se equivoca. El texto no es largo. Tiene pasion. Me identifique con el por momentos. Ese espiritu no lo tiene cualquiera mi buen primo. Ojala algun dia pueda plasmar tus pensamientos en una pantalla. Hariamos a la gente pensar...y a la vez nos llenariamos de plata jaja. un abrazo. Y no bajes el lapiz, mejor dicho no bajes los dedos del teclado.

giulia said...

Hola mi corazon!!!! como estas?

marisol gave me your blog address. you should check out mine: giuliagoolia@blogspot.com

un beso, g

Anonymous said...

acta est fabula

Anonymous said...

No puedo irme sin dejar constancia de mi lectura, y sin decir que entiendo...

vEMos!

nota: yo tambien estuve por alli...