Saturday, September 30, 2006

Publicación

Mi respuesta a tu decisión de publicar nuestra correspondencia. Definitivamente es materia suficiente para colmar la pretensión de derrochar un nuevo cuento. Y es que no sé qué picadura de insensatez te haya llevado a tomar tan pequeño desatino. En realidad, ni siquiera sé si eso sea un desacierto. De todos modos, es más que probable que no hayas pensado en la interminable lista de cosas que tendrás que confesar si es que, empedernida, optas por gritar lo mucho que me adoras cuando todos creen que dejaste de quererme.

Resulta que de pronto me veo envuelto en esta increíble noticia criminis. Todas las personas que conozco lo comentan: “¡qué bonito escribieron!”, “¡qué lindo lo que dijeron!”... Yo creo que es factible que no logres decir todo aquello que quisieras recordar y que -intentando traducir- olvides mencionar lo mucho que no se puede pronunciar. Por otro lado, es también presumible que toda la historia de la humanidad no sea suficiente para que seamos medianamente comprendidos... yo ni siquiera sé qué seremos como para estar diciendo qué quiero que el mundo diga que somos.

Sea como sea, hoy podría empezar a desvestirte para encontrarte completamente desnuda el día que me abraces de casualidad, el día que nominados a premios literarios debamos refugiarnos juntos. Una por una, de golpe, sin darte tiempo para defenderte... Yo te tiro canciones a la cara como si se tratase de besos que estallan en tu boca, como si se tratase de cartas que incendian corazones, de versos al revés. Y es que cómo ibas a olvidar las veces en las que cantaba mi sed de tu sangre cerquita de tu cuello. Cómo ibas a olvidar las películas que no vimos en esos cines que había cuando llovía. El soldado moribundo quizás nunca gritó que en Comala yo no comprendí, que ante todo yo no creo que pueda algún día llegar a comprender.

Puede que puedas, que supongas que imaginas. Puede que sea un best seller y que le demos trabajo a miles de piratas. Harán de nuestra clase de Filosofía un éxito de ventas. Lucrarán con textos sobre Derecho Penal para principiantes y biografías de Heráclito y Parménides. ¿Y tú? ¿Qué pensarás pintar en la portada? ¿Qué tatuaje de luna llena en un pent house de San Isidro? A mí también me encanta que vengas suponiendo que vienes y nos vamos, que te dibujo con caricias mientras me lees con suspiros. Y qué decir de verte manejando, de subir el volumen para derretirme con ese silencio deliciosamente inexplicable. ¿Todo eso vas a publicar? ¿Todo eso vas a derrochar?

Todo eso y tanto más. Tanto más como creernos capaces de paralizar el universo. Fuimos lo que fuimos, y fuimos ejes gravitatorios a los que el egocentrismo condujo a un inmenso agujero negro: el agujero negro más brillante. Nos conocimos, nos fundimos, nos consumimos y nos extinguimos. Así fue como aparecimos más unidos más que nunca, tras varias desapariciones de mentira, en la complicidad de una llamada furtiva o de un mensaje de texto tan insomne como nuestros sueños.

No intentes frenar mis municiones: déjalas que acribillen tu deseo. Total, “el viento es un caballo” y “siempre habrá tiempo en las canciones”. Tiempo para galopar en la escena del café, para fumar otro cigarro de tu cajetilla y comer una pizza haciendo gala de la nostalgia. “Déjame que me calle con el silencio tuyo”. El aleteo de una mariposa en China ocasiona un maremoto en Estados Unidos. “Déjame que te hable también con tu silencio”. Una cosa lleva a la otra, como en la propaganda de Nescafé. Y qué bien cae una cerveza siempre. ¿Un Quispe en señor Huamán? ¡Un SALUD en Juanito! Parodiar autores legendarios. “¿Soñar acaso?” Citar trovadores largamente divinizados… a la orilla de la chimenea… “para contemplar la eternidad”.

Por favor, no intentes leerme concentrada. No olvides que vas a publicarme. Intenta -si quieres- detener esa ráfaga de locura que ya te quitó la ropa, que ya te metió en mi cama, que ya me mezcló en tu cuerpo y que ya te hizo volver a decirme que me amas. Yo traería a colación los innumerables orgasmos que nos regalamos telepáticamente cuando tus de jabus coincidieron con los míos, en cada madrugada de tu voz. A ver si puedes no volver a imaginar la entrada a mi cuarto, o mis dedos juguetones en tu pelo, por no decir los del destino. A ver si no te conmueves al escuchar que quiero escribirte la poesía más hermosa del universo...

Y quizás lo hago. Quizás lo hice al colocar la gota de lluvia en tus labios. ¡Qué escena, qué banda sonora! De repente no nos dimos cuenta. ¿Pero si muero mañana, qué pasa? ¿Cuántas veces habremos nacido nuevamente y acaso alguna vez morimos? No lo sé, "porque entre el lunes y el martes me sobra tiempo para necesitarte", porque ningún ejército tuyo puede vencer a mis suicidas mercenarios, porque llegué a la conclusión de que tu boca en mi vida es absolutamente imprescindible, porque no concibo un beso si no es contigo, porque el beso, sin ti, no es beso.

Mi reacción: ¿qué canción? ¿Cuánto más vas a dejar de callar? Por lo pronto entendí que no te basta con saber que la contraseña de mi corazón es “complices”, sin tilde, sin explicación, sin más que nosotros dos. Entendí que no te basta la certeza, que quieres también la prueba fehaciente de mi vulnerabilidad.

¿Cuándo dejarás de ser lo que has sido siempre? Bien vale un “jamás” para no llevarme a la desgracia... bien vale añorar los tiempos en los que podía hacer que todo el mundo mire nuestro abrazo con envidia.

1 comment:

Anonymous said...

ame todo , pero todooo lo q escribisteee
besos+