De cualquier modo, reflexiones académicas aparte, aprendí más después de la clase cuando la Cata siguió una cadena iniciada meses antes por un venezolano cuando ella llegó a Estocolmo. Y es que la Cata me enseñó lo básico para sobrevivir en el primer mundo, como comprar en Netto, el supermercado para pobres. Me enseñó a preparar fideos en salsa de tomate, a cocinar arroz y a no mandar la aplicación a la proveedora de internet sin antes probar si el anterior inquilino había anulado su conexión: me ahorré las 375 SEK (más de 40 Euros) del pago por la instalación.
Le agradecí a la Cata por eso. Creo que ella nunca entenderá lo infinitamente agradecido que estoy, pero lo estoy. Por eso y por prestarme un celular y darme los cables para la computadora y permitir que tenga internet desde mi segundo día, y por advertirme que no vuelva a comprar la tarjeta para el sistema de transporte en Estocolmo (SL card) a precio normal si parezco menor de 20, y por muchas cosas más. Obviamente parezco menor de 20, en Perú y con mayor razón en Suecia, así que la segunda SL card me costó 240 SEK menos que la primera, porque apliqué mi tercermundismo al decirle con una linda e hipócrita sonrisa a la vendedora: "I am under twenty".
Y es que los suecos confían, no están acostumbrados al tercermundismo. Solo solicitan tu ID cuando compras cigarros o alcohol. No importa si en la misma tienda compraste la SL card a precio reducido. Yo siempre entrego mi brevete peruano en el cual la fecha de nacimiento aparece en la parte de atrás, y digo que los suecos confían porque me venden lo que les pido sin siquiera voltear el brevete y ver cuándo nací.
Pregunto entonces, ¿cuáles son las posibilidades de que aquello que planeamos salga como en verdad lo planeamos? Viajé a Finlandia en un barco para mayores de 23, compré la SL card para menores de 20, y sin embargo tengo 22. Síntomas de mi tercermundismo, lo cual va más allá de nuestro profesionalismo en la criollada o del cosmopolitismo de la Cata. Va más allá de mi primera clase de Introduction to Swedish Law y de los pronósticos meteorológicos de Magnolia y de todo lo demás, de perderme en Estocolmo y que justo un ángel aparezca y me rescate, porque cualquier cosa puede pasar.
Si mañana me despierto y llueven ranas que golpean mi ventana, tengo claro que llamaré a la Cata y le diré que mi color preferido es el azul. Y es que solo traje 5 películas a Suecia. Hace un par de semanas vimos Magnolia después de que la Cata me preguntó, por Messenger: "¿tení Magnolia?". Por eso no hay que jugar a atar conclusiones de las remotas posibilidades materializadas, porque esa es la historia de mi primera clase en Estocolmo, la Cata y Magnolia.

1 comment:
q tal cuentaso
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