Monday, October 02, 2006

Mi primera clase, la Cata y Magnolia (II)

Mi primera clase de Introduction to Sweadish Law con Mr. Hook fue a todo dar. Aprendí cosas intrascendentes como que en la Cámara de Comercio de Estocolmo se resuelven la mayoría de conflictos entre empresas chinas y estadounidenses. Datos estadísticos que puedes citar después y quedar bien. Aprendí, especialmente, que Suecia es un país tan desarrollado que gasta sus recursos (o los invierte, según cuánto esperen ustedes de mí) en que un tercermundista recién llegado tenga un pretexto para abrir un blog.

De cualquier modo, reflexiones académicas aparte, aprendí más después de la clase cuando la Cata siguió una cadena iniciada meses antes por un venezolano cuando ella llegó a Estocolmo. Y es que la Cata me enseñó lo básico para sobrevivir en el primer mundo, como comprar en Netto, el supermercado para pobres. Me enseñó a preparar fideos en salsa de tomate, a cocinar arroz y a no mandar la aplicación a la proveedora de internet sin antes probar si el anterior inquilino había anulado su conexión: me ahorré las 375 SEK (más de 40 Euros) del pago por la instalación.

Le agradecí a la Cata por eso. Creo que ella nunca entenderá lo infinitamente agradecido que estoy, pero lo estoy. Por eso y por prestarme un celular y darme los cables para la computadora y permitir que tenga internet desde mi segundo día, y por advertirme que no vuelva a comprar la tarjeta para el sistema de transporte en Estocolmo (SL card) a precio normal si parezco menor de 20, y por muchas cosas más. Obviamente parezco menor de 20, en Perú y con mayor razón en Suecia, así que la segunda SL card me costó 240 SEK menos que la primera, porque apliqué mi tercermundismo al decirle con una linda e hipócrita sonrisa a la vendedora: "I am under twenty".

Y es que los suecos confían, no están acostumbrados al tercermundismo. Solo solicitan tu ID cuando compras cigarros o alcohol. No importa si en la misma tienda compraste la SL card a precio reducido. Yo siempre entrego mi brevete peruano en el cual la fecha de nacimiento aparece en la parte de atrás, y digo que los suecos confían porque me venden lo que les pido sin siquiera voltear el brevete y ver cuándo nací.

Pregunto entonces, ¿cuáles son las posibilidades de que aquello que planeamos salga como en verdad lo planeamos? Viajé a Finlandia en un barco para mayores de 23, compré la SL card para menores de 20, y sin embargo tengo 22. Síntomas de mi tercermundismo, lo cual va más allá de nuestro profesionalismo en la criollada o del cosmopolitismo de la Cata. Va más allá de mi primera clase de Introduction to Swedish Law y de los pronósticos meteorológicos de Magnolia y de todo lo demás, de perderme en Estocolmo y que justo un ángel aparezca y me rescate, porque cualquier cosa puede pasar.

Si mañana me despierto y llueven ranas que golpean mi ventana, tengo claro que llamaré a la Cata y le diré que mi color preferido es el azul. Y es que solo traje 5 películas a Suecia. Hace un par de semanas vimos Magnolia después de que la Cata me preguntó, por Messenger: "¿tení Magnolia?". Por eso no hay que jugar a atar conclusiones de las remotas posibilidades materializadas, porque esa es la historia de mi primera clase en Estocolmo, la Cata y Magnolia.

1 comment:

Ivan said...

q tal cuentaso