Regresé convencido de que no existen puntos intermedios entre la felicidad y la infelicidad. El "normal" que sigue a un "¿cómo estás?" no es más que un síntoma de acostumbramiento de alguien que vive por inercia. Por eso, me parece mejor vivir sin acostumbrarse, vivir con intensidad, vivir haciendo cada momento especial.
Y es que no es el escenario sino la actitud con la que lo enfrentas, y al final de cuentas, en todos los escenarios del mundo (con facha de hedonista o corazón estoico), si X no es feliz, entonces X es infeliz.
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